lunes, 6 de junio de 2011

EL RESPETO POR LOS SIMBOLOS E IMÁGENES RELIGIOSAS.


Todo ser humano expresa sus sentimientos a través de gestos y símbolos. De igual manera, la vida con sus acciones, riquezas y esperanzas, se va manifestando por medio de símbolos: un apretón de manos, un saludo, un abrazo, un regalo, una carta… Del mismo modo, representamos simbólicamente en figuras (cuadros, retratos, fotografías, esculturas…) el reconocimiento que tenemos hacia personas. Ello nos permite algo más que un simple recuerdo: hacemos que se siga considerando en el presente le ejemplo, la enseñanza y la obra de quien es representado.
En el plano de lo religioso, el símbolo juega un papel importantísimo. Con él, el creyente puede recordar y reafirmar su fe en Dios. El símbolo puede revestir carácter de rito, cuando con acciones y oraciones se alaba a Dios, o se acepta una manifestación de su Poder. En otras ocasiones, el símbolo es expresado mediante gestos: el saludo de la paz, dar la bendición, arrodillarse… Pero también encontramos otros símbolos que nos recuerdan en forma de imágenes la persona divina, o la de alguien que ha llevado una vida de coherencia y de santidad que hay que imitar (La Virgen María, los santos…) Todos estos símbolos tienen una connotación especial. Incluso se les llega hasta considerar “símbolos sagrados”.
Precisamente por esta razón, son símbolos y signos que le dicen mucho a la gente. A lo largo de tiempo han ido teniendo un particular reconocimiento y su significado ha alcanzado un amplio sentido de aceptación y de respeto. Sobre todo por lo que ellos significan para los creyentes. Puede ser que algunos malinterpreten las representaciones de Dios, María y los Santos, indicando que serían ídolos. No lo son, pues sencillamente no se les adora, sino que ser les reconoce su significado0 y su instrumentalidad para motivar el espíritu religioso de no pocos creyentes. Por eso, por lo que son y por lo que les dicen a los creyentes, merecen nuestro respeto. Más aún, también respeto a los fieles creyentes que ven en ellos un signo eminentemente religioso.
Hemos podido ver en la prensa y por los noticieros audiovisuales lamentables hechos de violencia y destrucción de algunas imágenes religiosas en algunas partes de nuestra nación. No sabemos quién o quiénes puedan haberlo hecho. En todo caso, no hay ningún tipo de justificación para ello. Las autoridades competentes deben actuar con diligencia para conseguir a los autores y hacer que, con toda justicia, asuman sus responsabilidades. Lo requiere la misma paz social que debe promoverse en nuestras comunidades.
En este sentido los creyentes debemos tener ojo avizor. Acá nos encontramos con ataques a símbolos importantes y que, en algunos casos, revisten relevancia histórica, cultural y artística. Todos juntos, pastores y fieles, hemos de estar pendientes para que no se repitan estos hechos. Pero hay que tener también en cuenta lo siguiente: vivimos en un momento de la historia que está signado por el secularismo y por un cierto afán de prescindir de Dios. Todavía más: se ha ido perdiendo o prescindiendo del temor de Dios. De allí que nos encontremos con hechos como los señalados y con otras cosas peores: el terrorismo, el sicariato, la guerra, el relativismo ético, el tráfico de seres humanos, el narcotráfico y tantos otros atentados contra la vida y la dignidad humana… ¿No son ellos también producto de la falta de temor de Dios?
Tenemos que preocuparnos y exigir acciones contundentes contra estos actos de irrespeto e irreverencia contra las imágenes religiosas. Es necesario hacerlo sentir a todos. No falta quienes se rasgan las vestiduras exigiendo una mayor intervención de la Iglesia. Pero, ¿se habrá rasgados las vestiduras cuando se han dado publicidades que atentan contra el sentido de lo religioso? ¿Lo habrán hecho cuando publicidades de “afamadas gaseosas” hicieron burla de la Eucaristía para vender su producto? ¿O habrá exigido un “frente” de defensa de la fe ante la cantidad inmensa de programas televisivos que ridiculizan a sacerdotes y religiosas o desvirtúan el hecho religioso? Si irrumpir violentamente contra las imágenes es un atentado contra la fe religiosa de un pueblo, también lo es –y quizás más- cuando se menosprecian los valores religiosos, personajes representativos y contenidos fundamentales de la fe cristiana. De igual manera, hay que llamar la atención hacia quienes se dicen cristianos y luego emplean otros tipos de símbolos que van en contra de la propia fe: amuletos, tarots, horóscopos…
Es urgente enfrentar las situaciones que han acontecido y que se refieren a las imágenes religiosas. Pero, al hacerlo es también urgente que promovamos con una decidida acción evangelizadora el temor de Dios. Este nos llevará no sólo a respetar las cosas sagradas, sino también de una manera muy particular lo más sagrado que existe, luego de Dios: la dignidad de la persona humana.
+MARIO MORONTA R., OBISPO DE SAN CRISTOBAL.

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