sábado, 25 de febrero de 2012

I DOMINGO DE CUARESMA

CUARESMA
Rememorando los cuarenta años del camino del pueblo de Dios por el desierto y los cuarenta días de ayuno y oración de Jesús también en el desierto, la Iglesia, como preparación a las fiestas de la Pascua dedica el tiempo de la cuaresma (cuarenta días) para la oración, el ayuno y la práctica intensa de la caridad. Con una pedagogía secular, la Iglesia nos invita a hacer de este tiempo una especie de tiempo para el entrenamiento para todos los creyentes en Cristo. Lo que debemos ir haciendo a lo largo del año, lo intensificamos en estas semanas cuaresmales. Para ello, es importante que se tome conciencia de que se trata de un tiempo para fortalecer la vida cristiana.
El evangelio nos recuerda cuál es la actitud con la que debemos vivir la cuaresma. Al inicio de su predicación, Jesús anuncia que ya ha llegado el Reino de Dios y da dos imperativos: CONVIERTANSE Y CREAN EN EL EVANGELIO. De hecho, cuando uno recibe la ceniza al iniciarse la cuaresma, el ministro le dice a uno “conviértete y cree en el evangelio”. Allí está sintetizado todo lo que hay que hacer en este tiempo de cuaresma: convertirse significa que hay que abrir la mente y el corazón y cambiar de estilo de vida, de lo viejo hacia lo nuevo, de la mediocridad hacia la santidad. Esa conversión, por otra parte implica la fe: creer en el evangelio.
Creer en el evangelio no es sólo conocerlo y aprenderse de memoria algunos enunciados. Es algo más profundo y hasta personal: significa que uno se decide a seguir a Jesús. Quien cree en el evangelio lo hace también en la persona de Jesús…. Y quien cree en la persona de Jesús, lo sigue; es decir pone en práctica su Palabra. Todo esto va unido: conversión y creer en el evangelio, seguimiento de Jesús y testimonio de vida.
Para ello, la cuaresma nos permite entrenarnos; es decir fortalecernos para poder seguir siendo discípulos de Jesús. La Oración nos permitirá el encuentro con Cristo. Se trata del coloquio personal con Él, enriquecido por la Palabra de Dios, la enseñanza de la Iglesia. Son diversas las formas de oración, pero lo importante es que la hagamos con mayor intensidad. De igual manera las así llamadas prácticas penitenciales, entre las que sobresale el ayuno: que es privarse tanto de algún alimento como de otra cosa que nos guste; es una manera sencilla de demostrar que somos capaces de hacer cualquier cosa por el mismo Dios. Hoy, se recomienda privarse no sólo de alimentos, sino de otras cosas (ver televisión, ir a fiestas, dejar el cigarrillo, etc…). Otra práctica cuaresmal, poco desarrollada entre nosotros, es el poder ir en peregrinación a algún santuario y allí confesarse para recibir la reconciliación. Y junto a todo esto la práctica de obras de caridad: desde dar alguna limosna a alguien necesitado hasta visitar enfermos, o hacer obras de misericordia y caridad.
Cuaresma no es un tiempo para la tristeza sino para el amor; el amor que todo lo puede nos impulsa a ser cada vez más testigos convincentes del evangelio y decididos seguidores de Jesús. Buena Cuaresma para todos.
+ Mons. Mario del Valle Moronta

miércoles, 22 de febrero de 2012

Miércoles de Ceniza

Con la imposición de las cenizas, se inicia una estación espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús. 

Este tiempo vigoroso del Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje bíblico que puede ser resumido en una sola palabra: "metanoeiete", es decir "Convertíos". Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero de la imposición de ceniza, el cual, con las palabras "Convertíos y creed en el Evangelio" y con la expresión "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás", invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversión, recordando la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte.

La sugestiva ceremonia de la ceniza eleva nuestras mentes a la realidad eterna que no pasa jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia. La conversión no es, en efecto, sino un volver a Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de su verdad. Una valoración que implica una conciencia cada vez más diáfana del hecho de que estamos de paso en este fatigoso itinerario sobre la tierra, y que nos impulsa y estimula a trabajar hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su justicia.

Sinónimo de "conversión" es así mismo la palabra "penitencia"... Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como expresión de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo.

Tradición
En la Iglesia primitiva, variaba la duración de la Cuaresma, pero eventualmente comenzaba seis semanas (42 días) antes de la Pascua. Esto sólo daba por resultado 36 días de ayuno (ya que se excluyen los domingos). En el siglo VII se agregaron cuatro días antes del primer domingo de Cuaresma estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto.

Era práctica común en Roma que los penitentes comenzaran su penitencia pública el primer día de Cuaresma. Ellos eran salpicados de cenizas, vestidos en sayal y obligados a mantenerse lejos hasta que se reconciliaran con la Iglesia el Jueves Santo o el Jueves antes de la Pascua. Cuando estas prácticas cayeron en desuso (del siglo VIII al X), el inicio de la temporada penitencial de la Cuaresma fué simbolizada colocando ceniza en las cabezas de toda la congregación.

Hoy en día en la Iglesia, el Miércoles de Ceniza, el cristiano recibe una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos previo. Esta tradición de la Iglesia ha quedado como un simple servicio en algunas Iglesias protestantes como la anglicana y la luterana. La Iglesia Ortodoxa comienza la cuaresma desde el lunes anterior y no celebra el Miércoles de Ceniza.


Significado simbólico de la Ceniza
La ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia. En Jonás 3,6 sirve, por ejemplo, para describir la conversión de los habitantes de Nínive. Muchas veces se une al "polvo" de la tierra: "en verdad soy polvo y ceniza", dice Abraham en Gén. 18,27. El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma (muchos lo entenderán mejor diciendo que es le que sigue al carnaval), realizamos el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente (fruto de la cremación de las palmas del año pasado). Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. 

La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.

Mientras el ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones, alternativamente: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf Mc1,15) y "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf Gén 3,19): un signo y unas palabras que expresan muy bien nuestra caducidad, nuestra conversión y aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de vida que Cristo cada año quiere comunicarnos en la Pascua.

domingo, 19 de febrero de 2012

VOY A REALIZAR ALGO NUEVO…

Es común en el ámbito de los profetas del Antiguo Testamento que se hable de lo nuevo que vendrá: el profeta Isaías presenta un oráculo del Señor: “No recuerden el pasado ni piensen en lo antiguo, yo voy a realizar algo nuevo”. Co0n estas palabras, al igual que otros profetas, el autor sagrado nos quiere transmitir el sentido del futuro que ellos poseían. Eso nuevo era algo que iba a transformar al pueblo de Israel. Por eso, incluso como lo refleja Jeremìas, se llegó a hablar de una nueva alianza.
 Por otra aprte, eso nuevo que se avizoraba en el antiguo Testamento tenía que ver con la promesa de salvación que había dado Dios a la humanidad. El Mesías anunciado, a la vez, encarnaba esa especie de novedad que se iba a instaurar. Por tanto, en el contexto bíblico “lo nuevo” tiene que ver con la nueva condición que se originaría con la llegada del Salvador, el Mesías prometido.
Cuando aparece Jesús, sobre todo en la perspectiva del evangelio de Marcos, la gente empieza a preguntarse qué es lo que está pasando, qué es esa nueva enseñanza que Él está brindando, cual es el poder que tiene que hasta el mar le obedece… Jesús va dando a conocer en qué consiste esa novedad anunciada por los profetas: es el Reino de paz y amor, que requiere la conversión de todos, pero que ya comienza a inaugurarse. Cuando, por ejemplo, le llevan a un paralítico y lo descuelgan por el techo para ponérselo frente a Él,  pronuncia una sentencia inédita –por tanto nueva-: Hijo, tus pecados te son perdonados”.
Esto hace que los escribas comiencen a reclamarle porque está diciendo una blasfemia. Sin embargo Jesús va a demostrar dónde está la novedad. Él se autoidentifica como quien tiene poder para curar, porque también tiene el poder de perdonar los pecados. Los escribas no terminan de entender con quién se han encontrado. La gente sencilla, en vez de complicarse la vida con juicios condenatorios, más bien se deja llevar por el asombro, que se convierte en la antesala de la fe en el Señor. Prefiere preguntar qué está pasando, qué doctrina encuentran en Él, cuál es la autoridad con la que actúa.
Así, Jesús va demostrando que algo nuevo de verdad está sucediendo; mejor todavía, pues se está cumpliendo lo anunciado por los pro9fetas: es capaz de hacer algo nuevo. Y, así, tanto su mensaje como sus acciones no son otra cosa sino la revelación de esa novedad que realiza Dios, no desde la lejanía, sino desde la extrema cercanía a los seres humanos, por su encarnación. San Pablo, sacará muchas consecuencias, al invitarnos a caminar por las sendas de la novedad de vida, y nos animará a revestirnos del hombre nuevo… es decir del mismo Jesús salvador y redentor. Hoy, como fruto de la acción redentora y pascual de Jesús, nosotros podemos participar de la salvación y hacer sentir a los demás que el Señor sigue haciendo cosas nuevas en la humanidad…
+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.

martes, 14 de febrero de 2012

Valentín, Santo

Presbítero y Mártir, 14 de febrero
 
Valentín, Santo

Patrono de los Enamorados

Mártir en Roma a finales del siglo III. Entre el pueblo, el día de San Valentín está considerado como «día de la suerte», sobre todo en Alemania; y en Francia, Bélgica, Inglaterra y especialmente América, como «día de los enamorados», en que éstos se hacen promesas, felicitaciones y regalos. Esta costumbre y aquella supersticiosa idea, obedecen a diversos orígenes folklóricos y también al prestigio popular del Santo como milagrero. — Fiesta: 14 de febrero.

El árbol maravilloso del Cristianismo necesita siempre del riego fertilizante de la sangre de los mártires. Árbol que brotó de las ondas de un manantial divino en la cima del Calvario, sus primeros brotes adquirieron vigor y frescura en las rojas oleadas que alzaron las persecuciones de los primeros siglos de la Iglesia.

En sus tiempos primitivos, como en el siglo XX, en que vivimos, el cristianismo sigue vigorizándose con la sangre de sus héroes. Nunca han faltado ni jamás faltarán en la Iglesia de Cristo estos testigos de fe, que llegan hasta la generosa entrega de la vida.

La mayor parte de noticias que de San Valentín romano han llegado hasta nosotros proceden de unas actas apócrifas; por esta causa se hace difícil conocer con exactitud su vida e incluso distinguir entre los hechos que realmente le pertenecen y los de las vidas de otros varios santos que llevan su mismo nombre y que la iglesia desde muchos siglos venera también como mártires. Reseñaremos los que se le atribuyen unánimemente.

Con todo, lo importante en la historia de San Valentín, como en la vida de cuantos cristianos han sido elevados por la Iglesia al honor de los altares, es que seamos capaces de captar la lección que nos traen y que es, en definitiva, el fin principal que la ha movido a darles culto.

San Valentín es para nosotros una ciertísima lección de vida cristiana, llevada hasta el heroísmo, hasta la más plena identificación con Cristo: el martirio.

Situémonos a finales del siglo III. Es la era de los mártires. Por todo el Imperio romano corre el huracán de la persecución.

Valentín, presbítero romano, residía en la capital del Imperio, reinando Claudio II. Su virtud y sabiduría le habían granjeado la veneración de los cristianos y de los mismos paganos. Por su gran caridad se había hecho merecedor del nombre de padre de los pobres.

No podía ser desconocida de la corte imperial la influencia que ejercía en todos los ambientes romanos, y quiso el mismo emperador conocerlo personalmente. Valentín, en aquella entrevista, no dejaría de interceder en favor de su fe católica y contra el estado de persecución en que a menudo se encontraba sumida la Iglesia.

El soberano, que estaba interesado en granjearse la amistad y la colaboración del inteligente sacerdote cristiano, escuchó con agrado sus razones. Por eso intentó disuadirle del que él creía exagerado fanatismo; a lo que replicó Valentín evangélicamente: «Si conocierais, señor, el don de Dios, y quién es Aquel a quien yo adoro, os tendríais por feliz en reconocer a tan soberano dueño, y abjurando del culto de los falsos dioses adoraríais conmigo al solo Dios verdadero».

Asistieron a la entrevista, un letrado del emperador y Calfurnio, prefecto de la ciudad, quienes protestaron enérgicamente de las atrevidas palabras dirigidas contra los dioses romanos, calificándolas de blasfemas. Temeroso Claudio II de que el prefecto levantara al pueblo y se produjeran tumultos, ordenó que Valentín fuese juzgado con arreglo a las leyes.

Interrogado por Asterio, teniente del prefecto, Valentín continuó haciendo profesión de su fe, afirmando que es Jesucristo «la única luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo».

El juez, que tenía una hija ciega, al oír estas palabras, pretendiendo confundirle, le desafió: «Pues si es cierto que Cristo es la luz verdadera, te ofrezco ocasión de que lo pruebes; devuelve en su nombre la luz a los ojos de mi hija, que desde hace dos años están sumidos en las tinieblas, y entonces yo seré también cristiano».

Valentín hizo llamar a la joven a su presencia, y elevando a Dios su corazón lleno de fe, hizo sobre sus ojos la señal de la cruz, exclamando: «Tú que eres, Señor, la luz verdadera, no se la niegues a ésta tu sierva».

Al pronunciar estas palabras, la muchacha recobró milagrosamente la vista. Asterio y su esposa, conmovidos, se arrojaron a los pies del Santo, pidiéndole el Bautismo, que recibieron, juntamente con todos los suyos, después de instruidos en la fe católica.

El emperador se admiró del prodigio realizado y de la conversión obrada en la familia de Asterio; y aunque deseara salvar de la muerte al presbítero romano, tuvo miedo de aparecer, ante el pueblo, sospechoso de cristianismo. Y San Valentín, después de ser encarcelado, cargado de cadenas, y apaleado con varas nudosas hasta quebrantarle los huesos, unióse íntima y definitivamente con Cristo, a través de la tortura de su degollación.

¿Por qué el folklore se ha venido aliando tan intensamente y en tantos países con la festividad de San Valentín romano? Y reduciendo la cuestión: ¿Por qué se atribuye a San Valentín el patronazgo sobre el amor humano, atribución que es, evidentemente, el origen y la explicación de todas las restantes manifestaciones de la devoción o de la simpatía popular al Santo?

Aparte la posible trasposición de algún hecho, tradición o leyenda, de otros Valentines al mártir de Roma, que explicaría ciertas expansiones, dicha atribución puede ser debida a dos motivos, separadamente considerables o perfectamente conjuntables:

1º Nuestro San Valentín fue martirizado en la Via Flaminia hacia el año 270, seguramente en los inicios de la primavera, cuando en la naturaleza se anticipa el júbilo expectativo de la fecundidad y de la pujanza. En los siglos antiguos y medievales, empiezan a venir a Roma numerosos peregrinos, entrando por la Puerta Flaminia, que se llamó Puerta de San Valentín, porque allí, en recuerdo de su martirio, el Papa Julio I, en el siglo IV, mandó construir en su honor una basílica.

Esos romeros coincidían con los días del aniversario del Santo; y de retorno a sus países, se llevarían de él o de su templo alguna reliquia o memoria. Ahora bien: no es cosa rara en la primitiva Iglesia el empeño de cristianizar fiestas o costumbres de matiz pagano, y en primavera no faltaban en la Roma gentílica festejos dedicados al amor y a sus divinidades. Fácilmente se inclinaría a los fieles a invocar a San Valentín —mártir primaveral— como protector del amor honesto. La invocación brotaría en Roma y sería transportada por los romeros a sus tierras y naciones, principalmente por los que cruzaban la Puerta Flaminia, norte arriba de Europa.

2º motivo: Hemos hecho notar el prestigio de que gozaba el Santo como sacerdote. ¡En cuántas familias sería efectiva su influencia, cuántos enlaces matrimoniales habría bendecido! Positivamente, no faltan noticias biográficas tradicionales que así lo afirman.

En las Catacumbas y en casas de cristianos, no sumarían cantidad exigua los que habían sido asistidos por su presencia presbiteral al unirse, por el Santo Sacramento que los hizo esposos. Es natural que, después de su martirio, se le adjudicase la advocación de Patrón de los hogares y del amor conyugal.

Trábense estas consideraciones, y quedarán perfectamente señalados los orígenes de la devoción típica y del costumbrario en homenaje al Santo.

Lo cierto es que éste se conserva floreciente en los países del Norte europeo y americano.

Cosa curiosa: ya en el siglo XVII, ciertos protestantes lo censuraban como de cuño papista y, al mismo tiempo, pagano. Le reconocía cierto matiz pagano, San Francisco de Sales. Pero, saturado como siempre de buen juicio y de exquisita prudencia, lo que hace él es aconsejar a los jóvenes prometidos que imiten las virtudes de San Valentín. Esto es lo que hay que desear, principalmente; rogando al excelso presbítero mártir que alcance del Señor, a la juventud cristiana que al matrimonio camina, el don del puro amor, santificador de la vida familiar.

Confianza en el amor de Cristo

Marcos 8, 14-21. Tiempo Ordinario. Los discípulos tenían miedo como también nosotros tenemos miedo de afrontar los desafíos del día a día.
 
Confianza en el amor de Cristo

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 14-21


(Los discípulos) se habían olvidado de tomar panes, y no llevaban consigo en la barca más que un pan. El les hacía esta advertencia: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes». Ellos hablaban entre sí que no tenían panes. Dándose cuenta, les dice: «¿Por qué estáis hablando de que no tenéis panes? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada? ¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís? ¿No os acordáis de cuando partí los cinco panes para los 5.000? ¿Cuántos canastos llenos de trozos recogisteis?» «Doce», le dicen. «Y cuando partí los siete entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogisteis?» Le dicen: «Siete».Y continuó: «¿Aún no entendéis?» 

Oración introductoria

Abre, Señor, nuestros corazones para saber escuchar tu voz. Abre, Señor, nuestros ojos porque somos ciegos y muchas veces no vemos el infinito amor que nos tienes. Permítenos verte para que siempre podamos seguirte y podamos cumplir tu voluntad tu voluntad. Déjanos ponernos en tus manos para que tú nos moldees de acuerdo a tus designios y podamos descubrir la paz y alegría de sabernos hijos tuyos.

Petición

Señor, que descubramos tu amor en la vida cotidiana.

Meditación del Papa

Y nosotros, ¿qué actitud asumimos frente a Jesús? También nosotros, a causa del pecado de Adán, hemos nacido “ciegos”, pero frente a la fuente bautismal hemos sido iluminados por la gracia de Cristo. El pecado había herido a la humanidad destinándola a la oscuridad de la muerte, pero en Cristo resplandece la novedad de la vida y la meta a la que hemos sido llamados. En Él, revigorizados por el Espíritu Santo, recibimos la fuerza para vencer el mal y realizar el bien. De hecho, la vida cristiana es una conformación continua a Cristo, imagen del hombre nuevo, para llegar a la plena comunión con Dios. El Señor Jesús es “la luz del mundo”, porque en Él "resplandece el conocimiento de la gloria de Dios" que sigue revelando en la compleja trama de la historia cuál es el sentido de la existencia humana. [...] Cuando nuestra vida se deja iluminar por el misterio de Cristo, experimenta la alegría de ser liberada de todo aquello que amenaza su realización plena.(Benedicto XVI, 3 de abril de 2011).

Reflexión 

Los discípulos tenían miedo como también nosotros tenemos miedo de afrontar los desafíos del día a día. Su atención estaba centrada más en el resolver las cuestiones y problemas del momento y no tanto en mirar al Maestro que siempre estaba con ellos.
¿Teniendo ojos no veis y oídos no oís? Les replica el Señor. Están con Dios y aún así sus ojos se centran en otras realidades y dudan del poder infinito del Señor. Habían visto los milagros y su poder pero prefieren poner la confianza en sus propias fuerzas humanas. Jesús ya se los había dicho: Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura (Mt 6,33). Pero les faltaba confiar. Muchas veces afrontamos las dificultades sin mirar al Señor que siempre está con nosotros y quiere ayudarnos. Qué fácil es caer en el cansancio y el tedio cuando afrontamos solos las luchas de cada día.
Miremos al Señor y pongamos nuestras angustias y alegrías en Él. Lo que más le duele a Cristo es que dudemos de su amor. Él nunca se va a cansar de acompañarnos y demostrarnos su amor. Tal vez no sabemos ver, al igual que los discípulos, esos milagros y continuas muestras de amor que tiene con nosotros. Hagamos nuestra esa llamada de atención que le hace Jesús a sus apóstoles ¿Teniendo ojos no veis y oídos no oís?... Dios está con nosotros y solo busca que seamos felices. Confiemos en Él.

La confianza en el amor de Dios por cada uno de nosotros en particular es la causa y la fuente de la verdadera alegría porque nos sentimos realmente hijos amados y predilectos de Dios. Busquemos en nuestras vidas ser reflejo del amor a Dios. Transmitamos la alegría de sabernos hijos amados de Dios a todos los que nos rodean sin importar lo poco o mucho que nos agraden los demás.

Propósito

Buscaré siempre descubrir las muestras de amor que Dios me tiene para acrecentar mi confianza y amor en Él.

Diálogo con Cristo

Jesús, no permitas que dude de tu amor. Sabes bien lo débil que soy y lo fácil que olvido el infinito amor que me tienes. Tómame de la mano y ayúdame a afrontar las dificultades cotidianas sabíendo siempre qué Tú estás conmigo y nunca me dejarás sólo.



“Debes entonces decirle: " Señor, soy tuyo. Puedes hacer conmigo lo que quieras". Esta es, hermano, nuestra fuerza y ésta es la alegría del Señor” (Madre Teresa de Calcuta) 

lunes, 13 de febrero de 2012

Benigno, Santo

Presbítero y Mártir, 13 de febrero
 
Benigno, Santo

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Todi, ciudad de la Umbría, san Benigno, presbítero y mártir (s. IV).

Etimología: Benigno = Aquel que actúa con Benevolencia, es de origen latino.
Dicen que un fraile, en un arrebato de falsa devoción, quiso llevarse a su convento -eso que se llama robar una cosa sagrada y como agravante en un sitio también sagrado- la cabeza del santo que reposaba dentro de un relicario de plata en el monasterio de benedictinas que se llama «De las Milicias», en Todes. En su intento, y sin saber muy bien lo que pasaba, no pudo salir del templo por no poder localizar las puertas hasta poco antes tan expeditas. Así, se vio obligado a depositar la reliquia de san Benigno en el sitio que le correspondía.

Todes es una de las primeras ciudades evangelizadas de Hungría. Benigno vive en la segunda mitad del siglo III. Y se ha dado conocer entre los suyos como un insigne propagador de la fe cristiana; lo hace con alegría y con notable entusiasmo. El obispo Ponciano conoce su afán apostólico y está al tanto de la sinceridad de su vida; un día lo consagra presbítero para apoyarse en él en el cumplimiento obligado de atender a su grey y de extender la Salvación.

Llegada la persecución de Maximiano y Diocleciano, la comunidad de creyentes está confortada por la atención espiritual que con riesgo constante de su vida le presta el buen sacerdote Benigno. Socorre a los confesores de la fe presos en las cárceles; visita las casas de los débiles y les busca por los campos que los cobijan para darles aliento; y se las arregla para estar cerca de los que son torturados, acompañando hasta donde es posible humanamente a los que se disponen al martirio.

Pasado el peor momento de estupor, se llena de la audacia del Espíritu Santo y comienza a predicar con fortaleza de Jesucristo. Ahora lo hace públicamente en el intento de convertir a los paganos que están en el terrible error de la idolatría. El principal foco de atención de su discurso es hacerles comprender que los ídolos son una necedad y el culto que se les tributa supone una verdadera ofensa al único Dios que merece adoración y puede darles la salvación ofrecida a todos los hombres sin excepción. Ya no le importa su vida. Se sabe portador de la verdad y conoce bien que ella no es exclusivamente para él. Sólo Jesús es el Señor y todos han de servirle.

Lo que era presumible con ese comportamiento se hace realidad. Es apresado y obligado a apostatar, siendo inútiles los tormentos que tuvo que soportar el fiel y valiente discípulo. Por fin, muere el 13 de febrero del año 303 con la cabeza cortada, aquella que el fraile quiso cambiar de sitio.

La catequesis, es decir, llevar a Cristo a los demás, comporta la responsabilidad de ser fiel a lo que se propone y ni que decir tiene que en este contexto la vida humana no es ningún valor absoluto. ¡Qué bien lo supo hacer san Benigno sin tener que darle vueltas a los textos de las bibliotecas de las universidades que aún no se habían inventado! Fue sencillamente el don del Espíritu Santo. Hoy también hacen bastante falta sacerdotes -no sólo en Hungría- cuidadosos menos de su propia vida que de la Salvación que ofrecen y ¡obispos que los descubran!

¡Felicidades a quienes tienen este nombre!

domingo, 12 de febrero de 2012

Juventud Católica del Táchira junto a su Obispo


Con una multitudinaria concentración de jóvenes la Diócesis de San Cristóbal celebró el “Encuentro de Jóvenes con el Obispo” en la población de Umuquena. Casi tres mil jóvenes provenientes de las diversas parroquias del Táchira asistieron deseosos de reafirmar a Cristo como la alegría de su vida.
En una fiesta de colores, cantos, bailes, y oraciones la Juventud Católica del Táchira, se encontró con el Obispo Diocesano quien respondió a las interrogantes de los jóvenes. Quienes se cuestionaron sobre el mundo cambiante, el relativismo, la fe, la evangelización, la vocación cristiana, y el noviazgo.

El Obispo Diocesano, monseñor Mario Moronta envió un mensaje a quienes en Venezuela celebran el día de la juventud, invitándolos a seguir dando la vida, según el amor de Dios, por la patria. “Cristo es la razón de ser de nuestra existencia, y en el día de la juventud les pido a los jóvenes que en nombre de la caridad de Cristo sigan dando su vida por Venezuela”, dijo el Prelado.

Y en un compartir cercano, algunos jóvenes fueron interviniendo para preguntar al Obispo, quien respondió como Padre y Pastor. En cuando al mundo cambiando, el Obispo respondió: “No dejen de ser jóvenes, sean siempre animados. Mantengan en alto la mente con los principios, de manera especial el Temor de Dios, y demostremos a la sociedad que los jóvenes son los que pueden construir el futuro en el mundo cambiante y relativista”. Pues insistió que “el camino que lleva a la perdición es el relativismo, recordemos lo que dice el evangelio, tomemos la cruz, que es la que nos da la esperanza para triunfar”.

Luego Monseñor Moronta, recordó a los jóvenes que la mejor manera de mantenernos firmes en la fe es “poniendo nuestra mente y nuestro corazón en Cristo, para vencer tantas cosas negativas. Les recomiendo que se organicen en las parroquias y otras instituciones para edificar un mundo de justicia y paz”. E invitó a seguir siendo “evangelizadores de los otros jóvenes, sean misioneros en aquellos lugares donde no llega aun el anuncio del evangelio”.

De igual manera les exhortó a tener a Cristo como la única opción de vida, para no ir por otros caminos. “Hay una juventud que va por los caminos de la oscuridad, pero hay más jóvenes con la luz de Dios que son quienes deber dar testimonio de vida cristiana para atraerlos a los demás hacia Dios, que es la opción de vida”.

A quienes sienten el llamado vocacionales, les dijo que “la mejor manera de ir descubriendo la vocación a la que Dios nos llama es a  través de la oración, y uniéndonos a las tareas apostólicas de nuestras parroquias o instituciones”.

Finalmente invitó a los jóvenes que viven el noviazgo a ver la imagen de Jesucristo. “La persona de Jesús está casado con la humanidad y permanece fiel, y antes la cortejo con sus milagros y su predicación. Y luego constituyó un hogar que se llama la Iglesia, esta es una imagen que nos puede ayudar. Y además los elemento del dialogo y la oración, podrán vivir un buen noviazgo. Valorándose ambos, amándose para poder luego en el matrimonio manifestar ese amor con fidelidad”.

El Encuentro de Jóvenes con el Obispo fue amenizado musicalmente por el Ministerio de “Cantores del Corazón”. También la Asociación Venezolana de Educación Católica hizo una presentación de lo que será la Jornada Mundial de la Juventud Rio 2013. Y el Presbítero Gustavo Roa dirigió un momento de adoración al Santísimo, con el cual fue bendecida toda la juventud.

La próxima Jornada Diocesana de Jóvenes que tendrá como lema “Una juventud con Cristo para una Iglesia siempre joven”, se realizara en la Catedral de San Cristóbal el 09 de febrero de 2013, en el marco del Año Jubilar de los 90 Años de la Iglesia del Táchira.

Otro enfermo hoy, ¿Y tú?

Marcos 1, 40-45. Tiempo Ordinario. Si sigo enfermo es porque no he querido acercarme a Dios con fe, no le he pedido que me cure.
 
Otro enfermo hoy, ¿Y tú?
Del santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45

En aquel tiempo se le acercó a Jesús un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme.» Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio.» Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio.» Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.

Oración introductoria

Jesús, si Tú quieres puedes ayudarme a entender en esta meditación que mi vida interior no debe reducirse a unos momentos de oración, sino que esta oración me debe llevar a tenerte presente durante todo mi día y en todas las acciones.

Petición

Jesús, permite que comprenda la necesidad que tengo de crecer en mi vida interior, eliminando todo lo que me aleje de crecer en el amor.

Meditación del Papa

Jesús le dijo al leproso: "Queda limpio". Según la antigua ley judía, la lepra no sólo era considerada una enfermedad, sino la más grave forma de "impureza" ritual. [...] En la lepra se puede vislumbrar un símbolo del pecado, que es la verdadera impureza del corazón, capaz de alejarnos de Dios. En efecto, no es la enfermedad física de la lepra lo que nos separa de él, como preveían las antiguas normas, sino la culpa, el mal espiritual y moral.[...] Los pecados que cometemos nos alejan de Dios y, si no se confiesan humildemente, confiando en la misericordia divina, llegan incluso a producir la muerte del alma. Así pues, este milagro reviste un fuerte valor simbólico. Como había profetizado Isaías, Jesús es el Siervo del Señor que "cargó con nuestros sufrimientos y soportó nuestros dolores". En su pasión llegó a ser como un leproso, hecho impuro por nuestros pecados, separado de Dios: todo esto lo hizo por amor, para obtenernos la reconciliación, el perdón y la salvación.(Benedicto XVI, 15 de febrero de 2009).

Reflexión

Se cuenta que el famoso inventor norteamericano Thomas Alva Edison cayó un día enfermo. Pero, al igual que nuestro amigo y como era su costumbre habitual, no dio ninguna importancia a su enfermedad. Después de muchas insistencias de parte de sus familiares, por fin consintió en llamar a un médico. Llegó éste, escuchó al ilustre enfermo y, después de prescribirle una poción, se marchó. Edison enseguida mandó comprar la medicina. Y cuando la tuvo en su mano, con gran maravilla de todos los presentes, abrió la ventana y la tiró al jardín. Todos los parientes, extrañados, le preguntaron: –"Pero, ¿por qué has hecho eso?"–. A lo que Edison respondió sin inmutarse: – "Queridos míos, es necesario que los médicos vivan, y por eso llamé al médico y pagué su visita; luego mandé a comprar la medicina porque también los pobrecitos farmacéuticos deben vivir. Pero es necesario que viva también yo, y por eso he tirado la medicina por la ventana".

A este propósito, ¿sabes cuál es el número preferido de los médicos? Pues el 111: porque comienzan con uno, siguen con uno y terminan con uno. ¡Dicho sea esto con todo el respeto que nuestros buenos médicos nos merecen!...

Bueno, pero en el caso de nuestro Señor, nos encontramos con un Médico completamente diverso a todos los que conocemos. ¡Porque Él es Dios! Pero, además, porque Él sana todas las enfermedades, incluso aquellas que eran incurables para su tiempo; lo hace gratuitamente, con una sola palabra y enseguida; sin necesidad de medicinas ni de tratamientos; y, por si fuera poco, son absolutamente eficaces. ¡De verdad que Jesús es un médico único y diferente a todos los demás!

Pues en el Evangelio de este domingo vemos una vez más a Jesús curando enfermos. Y esta vez se trata de un leproso. La lepra era una enfermedad abominable, no sólo porque no tenía cura en tiempos de nuestro Señor, sino también por lo desagradable de la enfermedad: al leproso se le van cayendo a pedazos la piel, las manos, los pies, la cara y todas las partes del cuerpo. Además, el que padecía la lepra estaba condenado a podrirse en vida, con unos hedores y dolores terribles. Y, por si fuera poco, los leprosos en Israel eran totalmente marginados de la sociedad porque se les consideraba seres “impuros” y maldecidos por Dios. Su lepra era una simple manifestación externa de su pecado y de su reprobación por parte de Dios. ¡Pobres hombres! Atormentados física y moralmente.

Pues Jesús rompe con todos esos tabúes de la sociedad de su tiempo. Él había venido a traernos vida, y vida abundante. Él se había encarnado para darnos la salvación temporal y eterna. Y su infinita compasión y misericordia, sobre todo hacia el que sufre física o espiritualmente, no lo iba a dejar con los brazos cruzados. Por eso acepta que el leproso se le acerque y le hable, cosa impensable para los judíos. –"Señor –le dice el leproso– si quieres, puedes curarme". Y Jesús, lleno de lástima y movido a piedad, le responde enseguida: –"Quiero. Queda limpio”–. Y enseguida, nos dice el Evangelio, se le quitó la lepra y quedó completamente limpio, con las carnes tersas de un niño, como en otro tiempo había sucedido también a Naamán, el sirio.

Aquí tenemos otro maravilloso prodigio de la bondad y del poder infinito de nuestro Señor. Lo único que hizo falta para que Jesús obrara el milagro fue la humildad del enfermo, su fe y su confianza en Él. ¿Nos convencemos de que "todo es posible para el que tiene fe" y de que estas virtudes arrancan a Dios los mayores prodigios? Ojalá que también nosotros hagamos lo mismo.

Propósito

Programar mi siguiente confesión y prepararla con un buen examen de conciencia.

Diálogo con Cristo

Padre Santo, sabiendo que todo en esta vida es relativo y efímero, no sé porque no crece mi empeño para aprovechar más y mejor todas las innumerables gracias con las que has enriquecido mi vida. La apatía, el desánimo es como una lepra que se me va metiendo sin darme mucho cuenta, por eso hoy quiero pedirte que sepa comprender y agradecer la gracia de tu amor, que me posibilita para poder crecer humana y espiritualmente.

domingo, 5 de febrero de 2012

Obispo pide testimonio convincente a Sacerdotes


El Obispo de San Cristóbal, monseñor Mario Moronta, ha pedido a los sacerdotes en ejercicios espirituales un convincente testimonio exigido por la sociedad actual. En estas reflexiones participaron los sacerdotes de 11 a 15 años de ordenación presbiteral.
“Hoy nuestra sociedad requiere de nosotros la vivencia de un testimonio convincente. Para ello, además de nuestra vida de oración, nuestra caridad pastoral y el ejercicio de nuestro ministerio, estos días de retiros vienen a ser un instrumento de crecimiento, camino siempre hacia la plenitud”, les comunicó el Obispo en un mensaje.

El predicador de estos ejercicios espirituales fue el sacerdote Manuel Díaz Alvares, de la Arquidiócesis de Caracas. Quien facilitó a los consagrados enseñanzas para seguir creciendo en la vida cristiana, y en el practica apostólica.

Del 06 al 10 de febrero se efectuará la última jornada de reflexiones espirituales en la Casa Cristo Rey de Pericos, en este participarán los sacerdotes de 16 años de ordenados en adelante, y el predicador será el mismo Obispo de la Diócesis de San Cristóbal.

Seminaristas en los ojos de los fieles cristianos

En horas de la tarde de este 02 de febrero, día del 87 aniversario del Seminario Diocesano Santo Tomás de Aquino de la Diócesis de San Cristóbal, se celebró en la capilla de esta institución la eucaristía de acción de gracias presidida por monseñor Mario Moronta, quien también confirió la Sotana y los ministerios de lectorado y acolitado algunos seminaristas.
“Ustedes constituyen una especial comunidad donde los ojos de los fieles cristianos se mantienen fijos: todos les acompañan con su oración y con la ilusión de saber que en Ustedes seguirán surgiendo pastores para el pueblo de Dios”, manifestó el Obispo en su mensaje a los Seminaristas.

También monseñor Moronta les recordó que se están formando para ser servidores y constructores. Les dijo, “se están formando para ser configurados a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, servidores del pueblo de Dios y constructores del Reino de justicia y de amor. Por eso, quiero recomendarles que en todo momento sigan teniendo a Jesús, el Señor, como el centro y verdadero modelo de sus vidas”.

Por su parte el presbiterio Gonzalo Ontiveros, Rector del Seminario Diocesano, recordando también que este día se conmemora la Jornada Mundial de la Vida Consagrada hizo un llamado a seguir prestando este servicio con el testimonio de los consejos evangélicos. “Sigamos teniendo la disposición para estar al servicio de Dios y de todo su pueblo, teniendo una exigencia especial que es el testimonio en la vivencia de los consejos evangélicos”, señaló.

Durante la ceremonia, algunos seminaristas fueron revestidos con la Sotana, el hábito talar que los identifica como clericós. Y otros recibieron los ministerios del acolitado y lectorado que los faculta para servir en el altar del señor y proclamar la Palabra de Dios.

Estás enfermo. ¿Te gustaría morirte?

Marcos 1, 29-39. Tiempo Ordinario. ¡Qué alegría saber que Cristo puede curar todo tipo de enfermedades!
 
Estás enfermo. ¿Te gustaría morirte?
Del santo Evangelio según san Marcos 1, 29-39

Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles. Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y demoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían. De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan.» El les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique el Evangelio, pues para eso he venido.» Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.

Oración introductoria

Yo también te estoy buscando Señor. Te amo y confío en Ti porque sé que lo único que quieres es que sea feliz, aquí, ahora y en la eternidad.

Petición

Señor, ayúdame a salir de mi pasividad para ver, y hacer algo, por ayudar las necesidades de los demás.

Meditación

Aquí podemos ver toda la importancia de la pastoral de los enfermos, cuyo valor es verdaderamente incalculable por el bien inmenso que hace, en primer lugar al enfermo y al sacerdote mismo, pero también a los familiares, a los conocidos, a la comunidad y, por caminos desconocidos y misteriosos, a toda la Iglesia y al mundo. En efecto, cuando la Palabra de Dios habla de curación, de salvación, de salud del enfermo, entiende estos conceptos en sentido integral, sin separar nunca alma y cuerpo: un enfermo curado por la oración de Cristo, mediante la Iglesia, es una alegría en la tierra y en el cielo, es una primicia de vida eterna. Queridos amigos, como escribí en la encíclica Spe salvi, "la grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad". Al instituir un dicasterio dedicado a la pastoral sanitaria, la Santa Sede quiso ofrecer su propia contribución también para promover un mundo más capaz de acoger y atender a los enfermos como personas. De hecho, quiso ayudarles a vivir la experiencia de la enfermedad de manera humana, no renegando de ella, sino dándole un sentido. (Benedicto XVI, 11 de febrero de 2010).

Reflexión

Yo creo que todos nos hemos encontrado en más de una ocasión con alguna persona enferma que no acepta su enfermedad o su condición de enfermo. Y me parece a mí que éstos son los casos más difíciles de tratar, precisamente porque no se quieren tratar ni dejan que los demás se preocupen por ellos. Se consideran sanos y dicen que no necesitan de nada. Y, sin embargo, el primer requisito para que alguien se cure es que reconozca su enfermedad y, consecuentemente, que quiera curarse.

Pero existen muchos tipos de enfermedades. Y las físicas no son precisamente las más graves. Mucho peores son las enfermedades emocionales, morales y espirituales. Y lo más grave del problema es que nos resulta más difícil aceptar estas segundas.

En una ocasión, mientras comía a la mesa de Mateo, junto con un grupo de publicanos y pecadores, Jesús dijo que "no eran los sanos quienes tenían necesidad de médico, sino los enfermos; y que Él no había venido a llamar a los justos, sino a los pecadores". Pero lo curioso es que nosotros no queremos ser considerados como tales, ni como los primeros ni como los segundos. Pero, ¿nos damos cuenta de que la primera condición para acercarnos a Jesús es, precisamente, aceptar nuestras enfermedades y dolencias, sean éstas físicas o espirituales?

El Evangelio de este domingo nos dice que "al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron a Jesús todos los enfermos y poseídos", y Él los curó a todos y expulsó muchos demonios. ¡Qué maravilla! ¡Qué alegría saber que Cristo puede curar todo tipo de enfermedades y expulsar a toda clase de demonios juntos! Pero, ¿de qué nos sirve saber eso si nosotros no queremos considerarnos enfermos o poseídos? Y por eso no nos acercamos a Jesús. Pues, ¡tontos de nosotros! Teniendo la salvación tan a la mano, no nos curamos de nuestras miserias por falta de humildad. Y la verdad es que aceptarse enfermo -sobre todo del alma– requiere una gran dosis de humildad y de aceptación personal, porque exige reconocer la propia debilidad, flaqueza y su necesidad de los demás. Así, pues, la primera condición para mejorar es reconocer que estamos enfermos.

Un escritor contemporáneo así describe su propia experiencia: "te cae encima una enfermedad y, de un día para otro, debes aceptar la inactividad –aunque sea breve–, y el sufrimiento –aunque sea limitado–, e incluso la posibilidad de la muerte –aunque parezca todavía lejana–. Te conviertes en un objeto más que en un sujeto; en una cosa administrada por los demás; en un paciente, aunque a veces tengas muy poco de paciente. Y entonces comienzas –si antes no lo has hecho nunca– a examinarte a fondo, tal vez incluso sin saberlo, desde la perspectiva de Dios".

¿Cuáles son nuestras enfermedades personales? Si éstas son físicas, Jesús tiene el poder de curarlas definitivamente, porque Él es el Señor de la vida. Y si son espirituales, Él es el Hijo de Dios, y es capaz de expulsar cualquier tipo de demonios del alma. Y si son emocionales, Él ya ha vencido con su cruz todo dolor y sufrimiento humano, y se ha convertido en la fuente de nuestra verdadera paz. Si nuestra enfermedad se llama "depresión", Él es el remedio seguro de nuestras tristezas y abatimientos, porque en su Getsemaní ya pagó el precio de todas nuestras angustias. Y si tenemos un demonio llamado "orgullo", aprendamos de Él, que es manso y humilde de corazón. Y si tenemos una duda de muerte, Él ya venció todas nuestras tinieblas con su luz y su gloriosa resurrección. En una palabra, ¡Él es infinitamente poderoso, es el Dios omnipotente, y es capaz de remediar todas nuestras miserias!

Propósito

Reconocer nuestra enfermedad y acercarnos a Él con humildad y confianza. ¡Él nos curará de todas nuestras dolencias físicas o espirituales!

Felipe de Jesús, Santo

Primer santo mexicano, 5 de febrero
 
Felipe de Jesús, Santo

Religioso Franciscano y Mártir
Primer Santo Mexicano

Martirologio Romano: Memoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires, en Nagasaki, en Japón. Declarada una persecución contra los cristianos, ocho presbíteros o religiosos de la Compañía de Jesús o de la Orden de los Hermanos Menores, procedentes de Europa o nacidos en Japón, junto con diecisiete laicos, fueron apresados, duramente maltratados y, finalmente, condenados a muerte. Todos, incluso los adolescentes, por ser cristianos fueron clavados en cruces, manifestando su alegría por haber merecido morir como murió Cristo (1597).Su memoria litúrgica es el día de mañana.

Compañeros en el martirio: Pablo Miki, Juan de Goto Soan, Jacobo Kisai, religiosos de la Compañía de Jesús; Pedro Bautista Blásquez, Martín de la Ascensión Aguirre, Francisco Blanco, presbíteros de la Orden de los Hermanos Menores; Gonzalo García, Francisco de San Miguel de la Parilla, religiosos de la misma Orden; León Karasuma, Pedro Sukeiro, Cosme Takeya, Pablo Ibaraki, Tomás Dangi, Pablo Suzuki, catequistas; Luis Ibaraki, Antonio, Miguel Kozaki y su hijo Tomás, Buenaventura, Gabriel, Juan Kinuya, Matías, Francisco de Meako, Ioaquinm Sakakibara y Francisco Adaucto, neofitos.

Fecha de canonización: 8 de julio de 1862 por el Papa Pío IX.
Un poco de historia

De padres españoles, nació Felipe de las Casas Martínez en la Ciudad de México en 1572. Fue el mayor de once hermanos, de los que tres siguieron la vida religiosa. Su padre estaba emparentado con otro notable monje y evangelizador de América, Fray Bartolomé de las Casas. Felipe era travieso e inquieto de niño. Estudió gramática en el colegio de San Pedro y San Pablo de la ciudad de México, dirigido por los jesuitas. Mostró interés por la artesanía de la plata. Por eso, cuando Felipe fue beatificado el gremio de los plateros lo nombró su patrón.

A los 21 años se encontraba en las Islas Filipinas, a donde había ido en busca de aventura. Las personas que viajaban a ese lugar, en aquellos tiempos, no lo hacían generalmente por motivos piadosos. Ni tampoco predominaba lo espiritual en el ambiente de Manila, ciudad conquistada apenas en 1571. En ésta lo común era ver gente ocupada con planes de conquista militar y haciendo planes para el comercio. Ahí decidió Felipe ingresar a la orden de los Franciscanos y escogió el nombre Felipe de Jesús. Entró al convento de Santa María de los Ángeles de Manila. Un año más tarde, Jesús hizo su profesión religiosa. Cuando tres años después se acercaba el tiempo de su ordenación, el 12 de julio de 1596, partió rumbo a México en barco. En Filipinas no se podía ordenar porque no había un obispo. El viaje de Filipinas a América era una aventura peligrosa y el viaje podía durar hasta siete u ocho meses. La travesía del barco en el que iba Felipe estuvo a punto de ser desastrosa. Durante un mes la nave estuvo a la deriva, arrojada por las tempestades de un lado a otro hasta que, destrozada y sin gobierno, fue a dar a las costas del Japón.

En Japón, no les tenían confianza a los misioneros. Cuando ellos llegaron ahí no sabían qué les iba a pasar y así pasaron varios meses. Fray Felipe de Jesús se refugió en Meaco, donde los franciscanos tenían escuela y hospital. El 30 de diciembre todos los frailes fueron hechos prisioneros junto con un grupo de cristianos japoneses. Comenzó el martirio. El día 3 de enero les cortaron a todos la oreja izquierda. Luego emprendieron una marcha en pleno invierno, por un mes, de Tokyo a Nagasaki.

El 5 de febrero, 26 cristianos fueron colgados de cruces sobre una colina en las afueras de Nagasaki. Los fijaron a las cruces con argollas de hierro en el cuello, en las manos y en las piernas. Los atravesaron con lanzas. El primero fue Felipe de Jesús. Murió repitiendo el nombre de Jesús. Las argollas que debían sostenerle las piernas estaban mal puestas, por lo que el cuerpo resbaló y la argolla que le sujetaba el cuello comenzó a ahogarlo. Le dieron dos lanzadas en el pecho que le abrieron las puertas de la Gloria de Dios.
Fue beatificado, junto con sus compañeros, el 14 de septiembre de 1627 y canonizado el 8 de julio de 1862.

Estos mártires eran frecuentemente recordados por el Papa Juan Pablo II dando a saber que su sangre no fue derramada en balde. Llegaron al cielo.

Este día nos podemos acercar a la Eucaristía para pedirle a Jesús nos ayude a realizar la vocación que tenemos en la vida.

Recuerda que el testimonio de los santos confirma el amor a Dios (CEC 313). El testimonio de estas personas nos puede ayudar a crecer en nuestra vida espiritual, en nuestra vida de fe.

Algo que no debes olvidar

San Felipe de Jesús fue el protomártir mexicano.
Fue un religioso de la orden de los franciscanos en Manila.
Al venir a ordenarse a México, naufragó su barco y llegó a Japón donde lo mataron.
Murió repitiendo el nombre de “Jesús”.

Oración
San Felipe de Jesús,
Protomártir de México,
que llevaste tu espíritu generoso hasta el
extremo del mundo,
enséñanos a medir el valor exacto de las cosas;
que nuestra patria
vuelva a su antigua riqueza espiritual,
y sea Dios el Señor de cada vida.

San Felipe de Jesús,
que aprendamos de ti
a ser como el mundo nos necesita.
¡Glorioso Mártir Mexicano,
ruega por tu Patria
y por los que vivimos en ella!

viernes, 3 de febrero de 2012

Blas, Santo

Obispo y Mártir. 3 de febrero
 
Blas, Santo

Obispo de Sebaste de Armenia

Martirologio Romano: San Blas, obispo y mártir, que, por ser cristiano, padeció en tiempo del emperador Licinio en la ciudad de Sebaste, en Armenia (c. 320).

Etimología: Blas = Aquel que es tartamudo, de origen latino
"Blas, obispo de Sebaste de Armenia, es un personaje bastante incierto desde el punto de vista histórico, pero todavía goza de mucha popularidad por un milagro que se le atribuye y que ha perpetuado la conocida bendición contra el mal de la garganta. En efecto, se conoce en su Pasión que mientras llevaban al santo al martirio, una mujer se abrió paso entre la muchedumbre y colocó a los pies del santo obispo a su hijo que estaba muriendo sofocado por una espina de pescado que se le había atravesado en la garganta. San Blas puso sus manos sobre la cabeza del niño y permaneció en oración. Un instante después el niño estaba completamente sano. Este episodio lo hizo famoso como taumaturgo en el transcurso de los siglos, y sobre todo para la curación de las enfermedades de la garganta.

Gracias a esta tradición, el nuevo calendario litúrgico ha colocado en este día la memoria del santo, aunque se trata de un personaje históricamente incierto. San Blas fue obispo de Sebaste a comienzos del siglo IV, y sufrió la persecución de Licinio, el colega del emperador Constantino. Puede, pues, considerarse como uno de los últimos mártires cristianos de esa época.

Era el año 316. Parece que San Blas, siguiendo la advertencia del Evangelio, huyó de la persecución y se refugió en una gruta.

La leyenda, como de costumbre, abunda en particulares amenos y nos presenta al anciano obispo rodeado de animales salvajes que lo visitan y le llevan alimento; pero como los cazadores van detrás de estos animales, el santo fue descubierto y llevado amarrado como un malhechor a la cárcel de la ciudad. A pesar de los prodigios que el santo hacía en la cárcel, lo llevaron a juicio y como no quiso renegar de Cristo y sacrificar a los ídolos, fue condenado al martirio: primero lo torturaron y después le cortaron la cabeza con una espada. 

jueves, 2 de febrero de 2012

CARTA A LOS SEMINARISTAS DE LA DIOCESIS DE SAN CRISTOBAL


¡LA PAZ DEL SEÑOR LES ACOMPAÑE SIEMPRE!
Con motivo de celebrarse un nuevo aniversario de nuestro Seminario Diocesano, fundado en los albores de su ministerio episcopal por el Siervo de Dios Tomás Antonio Sanmiguel Díaz, I Obispo de San Cristóbal, quiero hacerles llegar, junto con mi saludo y la reiteración de mi afecto, un mensaje particular de animación y estímulo. Junto con los formadores y tantas otras personas que cooperan con su formación, Ustedes constituyen una especial comunidad donde los ojos de los fieles cristianos se mantienen fijos: todos les acompañan con su oración y con la ilusión de saber que en Ustedes seguirán surgiendo pastores para el pueblo de Dios.
Esto ha de motivarles a pensar y actuar de acuerdo a la gran responsabilidad que tienen en este tiempo de Seminario: se están formando para ser configurados a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, servidores del pueblo de Dios y constructores del Reino de justicia y de amor. Por eso, quiero recomendarles que en todo momento sigan teniendo a Jesús, el Señor, como el centro y verdadero modelo de sus vidas.
En este sentido quiero compartir con Ustedes un pensamiento tomado del DIARIO DEL ALMA del Beato Juan XXIII, que les puede ser muy iluminador. Decía el Papa Bueno, en un escrito de su época de seminarista (febrero de 1900): “Soy cristiano, más aún soy clérigo (seminarista); por eso debo representar siempre y en toda acción mía a Jesucristo; ya que, como enseña San Gregorio Nazianceno, Cristo  es la gran vestidura de los sacerdotes: Christus magna sacerdotum túnica. Por tanto, he aquí mi propio espejo: Jesucristo”.
Estas palabras de Juan XXIII reflejan lo que fue su vida y su compromiso, primero como seminarista, y luego como pastor de la Iglesia. Todo lo fue centrando en Jesucristo, de tal manera que siempre vivió y actuó en su nombre. Este ejemplo nos alienta para hacer nosotros lo mismo.
Durante el tiempo de formación, a través de las diversas etapas por las que se va creciendo y madurando en el discernimiento vocacional, Ustedes tienen la gran y hermosa oportunidad de aprender a configurarse a Cristo Sacerdote y Pastor Bueno. Ello requiere, en primer lugar, la toma de conciencia de su identificación con Él por el Bautismo que los convierte en sus discípulos. Desde esta vivencia de ser sus discípulos van discerniendo sobre su llamada al ministerio sacerdotal. En los años de seminario, entonces, van conjugando,  lo que significa ser cristiano y lo que significa ser futuro sacerdote. Así, en el crecimiento personal. Como discípulos y creyentes, van aprendiendo lo que significa dejarlo todo para configurarse a Él por la imposición de las manos del Obispo.
Les invito a que, en estos días de celebración del aniversario de nuestro Seminario Diocesano así como durante los años de su formación, tengan muy presente lo que Juan XXIII nos enseña: actuar en nombre del Señor, asumiendo que Él es la vestidura sacerdotal por excelencia que se vestirá para siempre luego de la ordenación. Y, además, que Él es el mejor espejo donde podemos darnos cuenta si somos capaces de vestir bien su túnica de cristianos y sacerdotes.
Todo esto se puede y se debe hacer contando con la gracia de Dios. Con ella podremos siempre ir adelante en el nombre del Señor y reflejar en nuestras vidas lo que hemos de ser siempre: testigos de Jesús, el Señor. Que María del Táchira, nuestra señora de la Consolación y Santo Tomás de Aquino nuestro patrono nos acompañen siempre con su intercesión ante el Dios Uno y Trino.
Con una cariñosa bendición,

+Mario del Valle, Obispo de San Cristóbal.

San Cristóbal, 2 de febrero del año 2012.

MENSAJE A LOS SACERDOTES DEL II GRUPO DE RETIRO ESPIRITUAL


A mis hermanos Sacerdotes que inician ejercicios espirituales el 30 de enero.

Salud y paz en el Señor.

Quiero, además de saludarles, animarles para que la experiencia de estos ejercicios espirituales sea aprovechada para la propia santificación y para reafirmar el ministerio de santificación hacia el pueblo de Dios. La experiencia del p. Manuel Díaz Alvares, el predicador de los mismos, les ayudara de verdad a reforzar esta experiencia de fe, de amor y de esperanza.

Los encomiendo en mis oraciones y espero, Dios mediante unirme a ustedes a mitad de semana, luego de mi regreso de Roma.

Es importante reafirmar nuestra respuesta a la llamada a la santidad que nos hizo Dios el día de nuestro bautismo. Esa santidad la vivimos desde nuestra apasionante vida ministerial. No olvidemos que estamos configurados a Cristo, el Santo de los Santos, el Pastor Bueno. Y a la vez, tengamos muy presentes que para el pueblo de Dios somos Servidores y Testigos. Servidores de los misterios de la fe y testigos de vida santa, secundados por la gracia del Espíritu.

Hoy nuestra sociedad requiere de nosotros la vivencia de un testimonio convincente. Para ello, además de nuestra vida de oración, nuestra caridad pastoral y el ejercicio de nuestro ministerio, estos días de retiros vienen a ser un instrumento de crecimiento, camino siempre hacia la plenitud.

Los saludo a todos y a cada uno de ustedes. Para el p. Manuel, junto con mi agradecimiento, va mi fraterno saludo y la seguridad de un acompañamiento en la oración. Estoy seguro que será un fiel instrumento de la gracia de Dios.

Desde Roma los encomiendo al Señor para que todos juntos sigamos creciendo en su amor de Pastor Bueno.

Un fraterno abrazo

+ Mario

María presenta a su Hijo

La fiesta de hoy debe recordarnos la decisión de cumplir la voluntad de Dios con Espíritu de humildad.
 
María presenta a su Hijo
Hoy celebramos una fiesta muy hermosa: la purificación de María y la presentación del Niño en el templo. En esta fiesta se dan la mano la humildad de María y el amor a la misión de Cristo. Ni María necesitaba ofrecerse al Padre, pues toda su vida no tenía otro sentido, otra finalidad distinta de la de hacer la voluntad de Dios. Ojalá aprendamos en este día estos dos aspectos tan bellos: la humildad y el sentido de la consagración, como ofrecimiento permanente a Dios ... Humildad que es actitud filial en manos de Dios, reconocimiento de nuestra pequeñez y miseria. Humildad que es mansedumbre en nuestras relaciones con el prójimo, que es servicialidad, que es desprendimiento propio.

María, como Cristo, quiso cumplir hasta la última tilde de la ley; por eso se acerca al templo para cumplir con todos las obligaciones que exigía la ley a la mujer que había dado a luz su primogénito.

Este misterio, como los demás de la vida de Cristo, entraña un significado salvífico y espiritual.

Desde los primeros siglos, la Iglesia ha enseñado que en el ofrecimiento de Cristo en el templo también estaba incluido el ofrecimiento de María. En esta fiesta de la purificación de María se confirma de nuevo su sí incondicional dado en la Anunciación: “fiat” y la aceptación del querer de Dios, así como la participación a la obra redentora de su hijo. Se puede, pues, afirmar que María ofreciendo al Hijo, se ofrece también a sí misma.

María hace este ofrecimiento con el mismo Espíritu de humildad con el que había prometido a Dios, desde el primer momento, cumplir su voluntad: “he aquí la esclava el Señor”.

Aunque la Iglesia, al recoger este ejemplo de María, lo refiere fundamentalmente a la donación de las almas consagradas, sin embargo, tiene también su aplicación para todo cristiano. El cristiano es, por el bautismo, un consagrado, un ofrecido a Dios. “Sois linaje escogido, sacerdocio regio y nación santa” (1Pe 2, 9). Más aún, la presencia de Dios por la gracia nos convierte en templos de la Trinidad: pertenecemos a Dios.

La festividad debe recordarnos la decisión de cumplir la voluntad de Dios con Espíritu de humildad: somos creaturas de Dios y nuestra santificación depende de la perfección con que cumplamos su santa voluntad. (Cfr 1Ts 4, 3).

Conforme al mandato de la ley y a la narración del evangelio, pasados cuarenta días del nacimiento de Jesús, el Señor es presentado en el templo por sus padres. Están presentes en el templo una virgen y una madre, pero no de cualquier criatura, sino de Dios. Se presenta a un niño, lo establecido por la ley, pero no para purificarlo de una culpa, sino para anunciar abiertamente el misterio.

Todos los fieles saben que la madre del Redentor desde su nacimiento no había contraído mancha alguna por la que debiera de purificarse. No había concebido de modo carnal, sino de forma virginal....

El evangelista, al narrarnos el hecho, presenta a la Virgen como Madre obediente a la ley. Era comprensible y no nos debe de maravillar que la madre observara la ley, porque su hijo había venido no para abolir la ley, sino darle cumplimiento. Ella sabía muy bien cómo lo había engendrado y cómo lo había dado a luz y quien era el que lo había engendrado. Pero, observando la ley común, esperó el día de la purificación y así ocultó la dignidad del hijo.


¿Quién crees, oh Madre, que pueda describir tu particular sujeción? ¿Quién podrá describir tus sentimientos? Por una parte, contemplas a un niño pequeño que tu has engendrado y por otra descubres la inmensidad de Dios. Por una parte, contemplamos una criatura, por otra al Creador. (Ambrosio Autperto, siglo VIII, homilía en la purificación de Santa María).


¡Oh tú, Virgen María, que has subido al cielo y has entrado en lo más profundo del templo divino! Dígnate bendecir, oh Madre de Dios, toda la tierra. Concédenos, por tu intercesión un tiempo que sea saludable y pacífico y tranquilidad a tu Iglesia; concédenos pureza y firmeza en la fe; aparta a nuestros enemigos y protege a todo el pueblo cristiano. Amén. (Teodoro Estudita, siglo VIII)



Meditación del Papa Juan Pablo II Presentación de Jesús en el Templo Audiencia General del miércoles 20 de junio de de 1990