sábado, 25 de febrero de 2012

I DOMINGO DE CUARESMA

CUARESMA
Rememorando los cuarenta años del camino del pueblo de Dios por el desierto y los cuarenta días de ayuno y oración de Jesús también en el desierto, la Iglesia, como preparación a las fiestas de la Pascua dedica el tiempo de la cuaresma (cuarenta días) para la oración, el ayuno y la práctica intensa de la caridad. Con una pedagogía secular, la Iglesia nos invita a hacer de este tiempo una especie de tiempo para el entrenamiento para todos los creyentes en Cristo. Lo que debemos ir haciendo a lo largo del año, lo intensificamos en estas semanas cuaresmales. Para ello, es importante que se tome conciencia de que se trata de un tiempo para fortalecer la vida cristiana.
El evangelio nos recuerda cuál es la actitud con la que debemos vivir la cuaresma. Al inicio de su predicación, Jesús anuncia que ya ha llegado el Reino de Dios y da dos imperativos: CONVIERTANSE Y CREAN EN EL EVANGELIO. De hecho, cuando uno recibe la ceniza al iniciarse la cuaresma, el ministro le dice a uno “conviértete y cree en el evangelio”. Allí está sintetizado todo lo que hay que hacer en este tiempo de cuaresma: convertirse significa que hay que abrir la mente y el corazón y cambiar de estilo de vida, de lo viejo hacia lo nuevo, de la mediocridad hacia la santidad. Esa conversión, por otra parte implica la fe: creer en el evangelio.
Creer en el evangelio no es sólo conocerlo y aprenderse de memoria algunos enunciados. Es algo más profundo y hasta personal: significa que uno se decide a seguir a Jesús. Quien cree en el evangelio lo hace también en la persona de Jesús…. Y quien cree en la persona de Jesús, lo sigue; es decir pone en práctica su Palabra. Todo esto va unido: conversión y creer en el evangelio, seguimiento de Jesús y testimonio de vida.
Para ello, la cuaresma nos permite entrenarnos; es decir fortalecernos para poder seguir siendo discípulos de Jesús. La Oración nos permitirá el encuentro con Cristo. Se trata del coloquio personal con Él, enriquecido por la Palabra de Dios, la enseñanza de la Iglesia. Son diversas las formas de oración, pero lo importante es que la hagamos con mayor intensidad. De igual manera las así llamadas prácticas penitenciales, entre las que sobresale el ayuno: que es privarse tanto de algún alimento como de otra cosa que nos guste; es una manera sencilla de demostrar que somos capaces de hacer cualquier cosa por el mismo Dios. Hoy, se recomienda privarse no sólo de alimentos, sino de otras cosas (ver televisión, ir a fiestas, dejar el cigarrillo, etc…). Otra práctica cuaresmal, poco desarrollada entre nosotros, es el poder ir en peregrinación a algún santuario y allí confesarse para recibir la reconciliación. Y junto a todo esto la práctica de obras de caridad: desde dar alguna limosna a alguien necesitado hasta visitar enfermos, o hacer obras de misericordia y caridad.
Cuaresma no es un tiempo para la tristeza sino para el amor; el amor que todo lo puede nos impulsa a ser cada vez más testigos convincentes del evangelio y decididos seguidores de Jesús. Buena Cuaresma para todos.
+ Mons. Mario del Valle Moronta

No hay comentarios:

Publicar un comentario