jueves, 28 de junio de 2012

'Adoremos la Eucaristía para hacer entrar nuestra vida en el amor de Dios'


CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 27 junio 2012 (ZENIT.org).- La Audiencia General de esta mañana tuvo lugar a las 10,30 en el Aula Pablo VI donde el santo padre Benedicto XVI se encontró con grupos de peregrinos y fieles llegados de Italia y otros países. En el discurso en lengua italiana, el papa siguió con sus catequesis sobre la oración en las Cartas de san Pablo.

Benedicto XI se ha centrado en la catequesis de hoy en unode los más antiguos cantos o himnos de la tradición cristiana, la Carta de san pablo a los Filipenses. recordó que es "una carta que dicta el Apóstol en la cárcel, tal vez en Roma. Se siente cercano a la muerte, porque dice que su vida la ofrece como una libación".

"A pesar de esta situación de grave peligro para su integridad física --dijo el papa--, san Pablo, en todo el escrito, expresa la alegría de ser discípulo de Cristo, de poder ir a su encuentro, hasta el punto de ver la muerte no como una pérdida sino como una ganancia".

En el último capítulo de su Carta hay una fuerte invitación a la alegría. Pero --se preguntó el papa- "¿cómo se puede regocijar ante una sentencia de muerte inminente? ¿De dónde o mejor dicho, de quién san Pablo obtiene la serenidad, la fuerza, el coraje de ir al encuentro de su martirio, y del derramamiento de su sangre?".

La respuesta está en que la "oración debe conducir a un conocimiento y a una unión en el amor cada vez más profundos con el Señor, para poder pensar, actuar y amar como Él, en Él y por Él. El ejercicio de esto, aprender los sentimientos de Jesús, es el camino de la vida cristiana".

"En la oración, en la relación con Dios --explicó el papa--, abrimos la mente, el corazón, la voluntad a la acción del Espíritu Santo para entrar en esa misma dinámica de vida".

"La lógica humana, sin embargo, busca a menudo la realización de sí mismo en el poder, en el dominio, en los medios poderosos. El hombre todavía quiere construir con sus propias fuerzas la torre de Babel para llegar a la altura de Dios mismo, para ser como Dios. La Encarnación y la Cruz nos recuerdan que la plena realización está en el conformar la propia voluntad humana a la del Padre, en el vaciarse del propio egoísmo, para llenarse del amor, de la caridad de Dios y así llegar a ser verdaderamente capaces de amar a los demás. El hombre no se encuentra a sí mismo permaneciendo encerrado en sí, afirmándose en sí mismo. El hombre se encuentra solo saliendo de sí mismo, solo si salimos de nosotros mismos nos encontramos".

El papa exhortó, a fijar en la oración la "mirada en el crucifijo", detenerse "en adoración ante la Eucaristía con frecuencia, para hacer entrar nuestra vida en el amor de Dios, que se humilló a sí mismo con humildad para elevarse hasta Él".

se puede leer el texto completo de la catequesis del papa en: http://www.zenit.org/article-42600?l=spanish.
Tras sus palabras en italiano, el papa se dirigió a los distintos grupos lingüísticos, haciendo un breve resumen de su catequesis.

A los fieles de lengua española, les dijo: "Deseo tratar hoy del himno cristológico que san Pablo ofrece en su carta a los Filipenses, centrado en los 'sentimientos' de Cristo y en su condición divina y humana: en la encarnación, en la muerte de cruz y en la exaltación en la gloria del Padre. Este cántico inicia con una exhortación: 'Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo'. Se trata no sólo de seguir los ejemplos de Jesús, sino también de conformar toda nuestra existencia según su modo de pensar y obrar. Está composición ofrece además dos indicaciones importantes para nuestra oración. La primera es la invocación de Jesucristo como 'Señor'. Él es el tesoro por el cual vale la pena gastar la vida. La segunda indicación es la postración: Ante este Nombre, toda rodilla se ha de doblar en el cielo y en la tierra. De este modo, cuando nos arrodillamos ante Cristo, confesamos nuestra fe en Él y lo reconocemos como único Señor. La oración debe conducir, pues, a una más plena toma de conciencia para pensar, actuar y amar en Cristo y por Cristo. Así, la mente, el corazón y la voluntad se abren a la acción del Espíritu Santo y somos transformados por medio de la gracia".

Luego saludó a los grupos de lengua hispana con estas palabras: "Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos de la Archidiócesis de Los Altos, y de la Diócesis de Zacatecoluca, acompañados por sus pastores, así como a los provenientes de España, México, Colombia y otros países latinoamericanos. Invito a todos a que fijen en la oración su mirada en el Crucifijo, a detenerse frecuentemente para la adoración eucarística y así entrar en el amor de Dios, que se ha abajado con humildad para elevarnos hacia Él".

sábado, 2 de junio de 2012

Trivialización de la Santa Misa


Hoy, desgraciadamente, en contra de las orientaciones conciliares muchos han convertido la misa en puro espectáculo
 
Trivialización de la Santa Misa
Trivialización de la Santa Misa
Si algo grande, sublime y valioso ha habido en la Iglesia, considerado por todos los fieles, a lo largo de los siglos, en todos los tiempos y lugares del mundo, como un verdadero tesoro de infinito valor, este ha sido, sin duda alguna, el santo sacrificio de la misa, la sagrada eucaristía o el, así denominado, misterio pascual.

El Concilio Vaticano II en el nº 47 de la Constitución Sacrosantum Concilium sobre la santa misa dice lo siguiente:"Nuestro Salvador en la última cena, la noche en que lo traicionaban, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección".


Secularismo

Como la marea negra del chapapote, procedente del petrolero Prestige invadió las costas gallegas, ensuciando y contaminando todo lo que tocaba y acabando con la vida de las especies marinas, así ha pasado con la ola del secularismo que invadió a la iglesia postconciliar, que ha contaminado y echado a perder la vida eclesial y espiritual, sin respetar lo más sagrado, incluso el santo sacrificio de la misa.


Misterio de fe

Siempre que se celebra la santa misa, tras el momento más importante de la consagración, el sacerdote, mostrando las sagradas especies a los fieles, dice: "Este es el misterio de nuestra fe". Efectivamente. Desde siempre la Iglesia católica ha creído, proclamado y enseñado que Cristo se hace realmente presente con su cuerpo, sangre, alma y divinidad, bajo las especies consagradas del pan y del vino. Está claro que esto es un misterio de fe, que trasciende el campo de los sentidos y tras el cual el Señor Jesús se entrega como alimento en este banquete pascual. Todo el que comulga recibe a Cristo como comida, se celebra el memorial de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura.


Situaciones incorrectas

En no pocos lugares y por no pocos fieles y ministros, un tanto innovadores, llevados por la corriente del secularismo, han dado lugar con su actitud irreflexiva a una pérdida de la sacralidad y del misterio en la celebración de la Eucaristía.

Llevados por una falsa interpretación de los textos conciliares, se han fijado sólo en los aspectos exteriores de la misa y han convertido la santa misa en una fiesta, en un mera cena, en un acto de comunicación con los otros, más que de comunión con Dios N.S.

Hoy, desgraciadamente, en contra de las orientaciones conciliares que piden claramente "la participación consciente, piadosa y activa" de los fieles en la celebración de la misa, muchos han convertido la misma en puro
espectáculo.

Misas bonitas. Donde por una deficiente formación litúrgica, se convierte la celebración de la eucaristía en un show o espectáculo, los fieles son estafados, corren serio peligro de desvirtuar lo más sagrado y salen ­lo que es más lamentable-sin rastro de Cristo en sus vidas. Todos hemos visto alguna vez salir emocionados algunos asistentes a estas celebraciones seudo-litúrgicas, comentando lo "bonita que ha estado la misa".Todo porque se ha dado un valor preferente y relevante a lo exterior, a lo accidental :(guitarras, bailes, folclore, procesión interminable de ofrendas a cual más pintoresca, gestos efusivos y excesivos de intercambios de saludos, invención de textos y plegarias eucarísticas etc.) frente a la escucha e interiorización de la Palabra, de la Comunión en gracia de Dios y las debidas disposiciones.

Disposiciones interiores. Si los participantes en la Eucaristía no salen de la celebración con un deseo sincero de mejorar sus vidas, con un compromiso decidido a ser mejores católicos en la vida diaria, con el convencimiento de que se han comunicado con Jesús ­presente en su Palabra y en el sacramento -algo importante ha fallado en esa celebración, por mucho que en ella se haya hecho alarde de elementos accesorios. Se han quedado en la cáscara, y han desperdiciado el fruto.

Encuentro personal y comunitario con Dios. Toda auténtica celebración del misterio pascual y del santo sacrificio ha de ser ocasión inigualable e incomparable para acercarnos más a Dios y encontrarnos con él en un encuentro profundo a nivel personal y comunitario. Si como han dicho muchos maestros de espíritu una sola misa sería suficiente para mejorar toda una vida y poner a un alma en camino de santificación... ¿qué se logra con tantas celebraciones vacías de contenido en lo esencial y muy llenas de lo accidental?

Muy grave responsabilidad tienen en este aspecto como en tantos otros los pastores de la Iglesia. Con su ejemplo, corrección y autoridad, deberían hacer que todos los ministros ordenados fueran conscientes que están ejerciendo al celebrar la santa misa el ministerio más sublime que cabe aquí en la tierra a una elegido de Dios, cual es todo sacerdote.


Conclusión

Quiero concluir con una ejemplar anécdota que me parece se lee en la vida del santo Juan de Ávila. En cierta ocasión en la que le tocó estar presente en la misa de un sacerdote un tanto rutinario y despreocupado que celebró sin el menor fervor y devoción, al terminar se le acercó y con la mejor de bondad no exenta de firmeza le dijo: "Padre, le he visto celebrar. Permítame le haga una recomendación. Tráteme bien a Jesús que es hijo de muy buena madre".